Esta corriente es el fin de la crisis del objeto sustituyéndolo por la idea o concepto. Surge como tal a finales de los años sesenta, aunque Marcel Duchamp, uno de sus precedentes, ya habla del arte como proceso mental a principios de siglo. Pone atención en los procesos teóricos y no le interesa la obra como objeto físico. Se debe matizar que lo físico no desaparece, es replanteado, es un medio, nunca un fin. Al quitarle valor a lo material renuncia a entrar en la mercantilización del arte y todo lo que ello supone. Emplea el objeto únicamente para estimular al espectador y retener esa obra no solo en la mente. Su objetivo es eliminar los reflejos de la conciencia que nos hace tener una percepción pequeña de la realidad. Ante esta postura construyen situaciones prototipo para llamar la atención hacia esos factores que determinan nuestra percepción. Al conocer las condiciones de la percepción vemos la manipulación y ellos modifican los códigos habituales para de nuevo estimular la reacción reflexiva del espectador. Tratan de romper con las pautas sociales de comportamiento que nos modelan. Interesa la idea, explorarla, ser conscientes de las distancias entre la realidad presentada, la representación y la definición de esa realidad. Estas reflexiones llevan a que uno de los mayores representantes del arte conceptual, Joseph Kosuth, introduzca la tautología, en cuanto a que la obra de arte es una presentación de la intención del artista, idea de arte u obra de arte y arte son una misma cosa. Se aborda el tema artístico como un problema filosófico y lingüístico.
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